Archive for the ‘hiperconsumo’ Category
Denis Darzacq: Hyper
Aquí os dejo Hyper e Hyper 2010. Dos series de fotos de Denis Darzacq, en las que se retrata a jóvenes consumidores flotando entre lineales de hipermercado, tiendas de todo a cien y lo que parece ser la sección de moquetas de Leroy Merlin. Sus cuerpos suspendidos entre yogures, rollos de papel higiénico y botes de champú, levitan en un éxtasis de consumo doméstico que a todos nos resulta familiar. Dejándose llevar, sin oponer resistencia, estos consumidores ausentes son los nuevos místicos de este tiempo de crisis y marcas blancas.
Os dejo también un vídeo de Maria-Clotilde Chéry, que muestra el proceso de trabajo de Darzacq.
s[edition]
A comienzos de los 90, las primeras piezas de arte digital aportaron un soplo de aire fresco al triste panorama artístico de la época. Frente al culto al objeto y al mercado, característicos del arte de la década anterior, aquellas piezas recuperaban el carácter experimental propio del mejor arte del siglo XX. El flamante arte de los nuevos medios gozaba de un saludable espíritu crítico, ajeno a los intereses de las grandes galerías y de las casas de subastas.
Desde entonces, el arte digital ha sabido mantener su independencia, cuestionando categorías como la autoría o la idea de obra original a través de proyectos colaborativos y abiertos, en los que la participación/interacción de los espectadores/usuarios resulta fundamental. Hoy, aunque mucho más integrado en los circuitos comerciales, el arte digital continua abierto a la experimentación y a la búsqueda de nuevos lenguajes visuales.
Por supuesto, nada de esto tiene la menor relación con s[edition], la nueva plataforma de venta de ediciones artísticas digitales, que complementa las funciones de una tienda online, con las de una esquemática red social. En s[edition] podemos encontrar ediciones digitales de Damien Hirst, Tracey Emin, Bill Viola, Win Wenders o Shepard Fairey, en tiradas de entre 2.000 y 10.000 ejemplares, a precios comprendidos entre 6 y 600 €. Algo, al parecer, sedicioso y revolucionario.
S[edition] pretende ser el último eslabón de la larga tradición de ediciones de arte que, desde los primeros grabados en madera, a las ediciones Fluxus, han tratado de acercar el arte a un público más amplio. Sin embargo, a pesar de su carácter seriado y del certificado (digital) de autenticidad que acompañan cada pieza, la oferta s[edition] no responde a los principios de una verdadera edición. S[edition] solo ofrece reproducciones de piezas “analógicas”. En el mejor de los casos, arte digitalizado.
En un archivo digital no existe la posibilidad de distinguir entre original y copia, lo que convierte en innecesaria y vacía cualquier forma de seriación. Estoy seguro de que en S[edition] lo saben, como saben también que su oferta no tiene nada que ver con la necesidad radical de sentido que plantea el arte. Su negocio es otro: ofrecernos cromos brillantes para lucir en el iPad. Nada sedicioso. Nada de nada. Nada.
Si te interesa el tema, no dejes de leer este post de Paul Waelder en Arte, cultura e innovación.
Distopías: Dubai 2011
Gracias a Flores en el ático, el blog de Remedios, llegué hasta Deconcrete, y desde allí, a estas fotos de Dubai tomadas por Thomas Kalak y publicadas en Polar Inertia.
Entre 2004 y 2006 Dubai experimentó un boom inmobiliario centrado en la construcción de megaproyectos como el Burj Khalifa, o los complejos Palm Islands y The World. Durante esos años, Dubai creció a un ritmo sin precedentes, tanto por el número de viviendas construidas, como por el precio que alcanzó el m². Por aquel entonces, Dubai se autoproclamó «The fastest growing city in the world «, alcanzando un ritmo de edificación solo comparable al de algunas zonas de China.
El imparable crecimiento inmobiliario provocó la importación masiva de mano de obra barata, procedente principalmente de India, Pakistan y Bangladesh. Se estima que durante los años de mayor crecimiento, más del 80% de la población de Dubai estaba formada por inmigrantes carentes de derechos sociales. De hecho, todavía hoy la mayoría de inmigrantes deben entregar sus pasaportes al entrar al país. Una situación que afecta también a las miles de mujeres procedentes de Europa del Este, Colombia, India y Etiopía que se dedican a la prostitución.
En 2008 la crisis financiera alcanzó Dubai, provocando la caída de los precios inmobiliarios de un 40% en sólo 6 meses. A comienzos de 2009, Dubai World, el holding bajo el control del Gobierno de Dubai responsable del archipiélago artificial The World, anunció que no podría hacer frente a sus vencimientos de deuda. Hoy, las islas de The World han comenzado a hundirse en el mar.
Con la economía en caída libre llegaron los despidos masivos, tanto de los inmigrantes poco cualificados que se dedicaban a la construcción, como de muchos de los ejecutivos extranjeros que ahora no son capaces de afrontar sus deudas y que podrían acabar en la cárcel. Hay quien afirma que en el aparcamiento del Aeropuerto de Dubai, se acumulan más de 3000 coches de gama alta, abandonados por sus propietarios al huir del país.
Hoy Dubai comienza a recuperarse lentamente, en parte gracias al turismo, que encuentra en el emirato la estabilidad perdida en algunos de los países de la Primavera Arabe. Sin embargo, son muchos los que consideran que esta incipiente recuperación, es solo un espejismo y que Dubai no será capaz de atender unas deudas aplazadas al menos hasta dentro de cinco años. Es muy probable que para entonces, el desierto ya haya devorado autopistas, urbanizaciones y campos de golf.
Ghost town: las ciudades de la crisis
Gracias a Destapa el Control, el blog de Paloma G. Díaz, descubro un interesante artículo de Busines Inssider sobre algunas de las ciudades fantasma que la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera han dejado en nuestro país. Un recorrido a vista de pájaro por algunos de los descampados más tristes de Europa.
Si después de esto todavía os quedan ganas, no dejéis de ver Españistan.
The Great Contemporary Art Bubble
The Great Contemporary Art Bubble es un documental dirigido por Ben Lewis, crítico de arte y cineasta británico, incómodo como un grano en el culo para buena parte del mercado del arte contemporáneo y en especial para las grandes casas de subastas
En el documental, Lewis muestra el proceso de formación de la burbuja especulativa generada en torno al mercado del arte contemporáneo y su posterior estallido. Entre 2003 y 2008, los precios del arte contemporáneo crecieron alrededor de un 800%, afectando a la cotización de artistas como Warhol, Bacon o Mark Rothko, así como a la de la generación de los Young British Artist, Koons, Murakami…
Durante 2008, Lewis recorrió en su estrambótico coche eléctrico, ferias, exposiciones y subastas, entrevistando a algunos de los galeristas, coleccionistas y artistas más influyentes del mundo y recopilando todo tipo de prácticas fraudulentas, desde la sobrepuja en subastas por parte de galeristas y marchantes, a la acumulación de obra de determinados artistas, con fines especulativos.
Finalmente, el 15 de septiembre de 2008, la burbuja estalló. Aquel día Damien Hirst batió el récord de ventas del mercado de arte contemporáneo al vender en Sotheby’s, en una sola jornada, obra por valor de más de £70 millones. La «estrella» de la subasta fue The Golden Calf, un ternero charolés de 18 meses sumergido en una urna de formol colocada sobre un pedestal de mármol de Carrara, por la que se pagaron £10.3 millones. Ese mismo día, en Nueva York, Lehman Brother’s se declaraba en quiebra, inaugurando la crisis financiera en la que todavía estamos inmersos. Solo un mes más tarde, los precios del mercado del arte contemporáneo habían caído un 40%. Hoy continúan cayendo.
Más allá de lo puramente económico, The Great Contemporary Art Bubble muestra la relación que se establece entre estas formas de hipercomercialización y la estetización que caracteriza buena parte del arte que se ha producido en los últimos años. Un arte pueril, sobredimensionado y tremendamente reaccionario, que asume con desparpajo su condición de mercancía.
Si os interesa el tema, podéis ver la versión subtitulada del documental. También es recomendable la animada cuenta de Ben Lewis en Twitter.
Diesel New Voices: publicidad y colonialismo cultural.
En 2008, Diesel y Dazed & Confused crearon Diesel New Voices, una plataforma de apoyo a jóvenes cineastas que, hasta el momento, ha producido tres cortometrajes: The Boys from Ponta Preta, que cuenta como unos jóvenes de Cabo Verde crean una rentable escuela de surf; Cult Youth, dedicado a un grupo de artistas del comic underground de Beijing; y Skateistan: to live and skate in Kabul, que muestra el día a día de una escuela de skate de Kabul, a la que acuden chicos y chicas de entre 5 y 17 años.
Los tres documentales plantean la importancia del emprendizaje social como medio para combatir las barreras étnicas, sociales y de género en estos lugares. En todos ellos se muestra como a través de este tipo de proyectos, los jóvenes implicados consiguen dinamizar económica y socialmente su entorno, planteando modelos de desarrollo más abiertos y eficaces.
Es muy probable que los patines de los skaters afganos contribuyan más a la apertura social de Afganistan que los blindados de la ISAF. Pero, los surferos de Cabo Verde o los adolescentes que patinan sobre los escombros de Kabul, no solo imitan los giros y piruetas de los jóvenes occidentales, sino también, y sobre todo, su modo de vestir, sus actitudes y sus valores. Ropa, actitudes y valores que suponen un irresistible soplo de aire fresco, pero que al mismo tiempo, plantean una dependencia total respecto al modelo cultural y económico que imitan.
Se que hablar de colonialismo cultural, cuando estamos metidos hasta el cuello en una economía globalizada, resulta cuando menos ingenuo. Pero, ¿Estaría dispuesto Diesel a apoyar proyectos similares a estos, pero construidos desde la identidad local?. Y sobre todo, ¿desearían los jóvenes implicados en esos proyectos comprar productos Diesel?
Vía Perros Callejeros.
iAd: Apple y el control de TU privacidad
Coincidiendo con la presentación del iPhone iOS4, Apple ha lanzado iAd, una plataforma de publicidad para iPhone, iPod Touch y iPad. Desde un punto de vista económico, las consecuencias de este lanzamiento son evidentes, pero al margen de ellas, iAd plantea también otro tipo de implicaciones, ya que supone una importante modificación de las políticas de privacidad de Apple respecto a sus usuarios.
Concretamente, las nuevas condiciones de uso permiten a Apple obtener y compartir información acerca de la localización de sus usuarios. En la práctica, la medida supone que Apple podrá informar a terceros acerca de donde se encuentra un usuario en un momento determinado, para que estos puedan ofrecerle publicidad. Actualmente, plataformas como Google Adsense ya ofrecen publicidad segmentada a partir de la geolocalización de nuestra dirección IP. Sin embargo, se trata de información relativa al país, región o ciudad donde nos encontremos, mientras que Apple dispondrá de nuestra geolocalización exacta.
En los próximos días, cuando un usuario de iPhone, iPad o iPod Touch acceda a iTunes o a la App Store, Apple le informará de la posibilidad de actualizar su sistema al OS 4.0. Para hacerlo deberá aceptar los nuevos términos y condiciones, obviamente escritos con el tipo de letra más pequeña que podáis imaginar. Con toda probabilidad, la mayoría firmará sin leerlos. A partir de ese momento, iAd entra en acción. Así de fácil.
No obstante, los usuarios que no quieran que Apple comparta su localización pueden desactivar esta opción accediendo desde su dispositivo a este link de Apple. De este modo, aunque serán bombardeados con tanta publicidad como el resto, podrán disfrutar por algún tiempo de una agradable sensación de clandestinidad. Algo, completamente inútil, casi poético, en un entorno cada vez más transparente a los intereses comerciales, en el que la defensa de nuestra privacidad se ha convertido en un nuevo campo de batalla.
Vía Alt1040.
Tu vida en 2020
A finales del año pasado, la revista Forbes pidió a John Maeda, insigne gurú autor de The Laws of Simplicity, y a la consultora en innovación Frog Design, que imaginaran como será nuestra vida en 2020. Como era de esperar tratándose de Forbes, el resultado está bastante alejado de las distopías más transitadas. No busquéis en estas predicciones el menor rastro de replicantes angustiados, ni del férreo control social a través de la tecnología. A lo sumo, una leve tendencia a la sobrevigilancia, aunque nada parecido a los rigores de 1984.
En general, Maeda y Frog Design plantean una especie de nuevo humanismo tecnológico. Una forma de relacionarnos con la tecnología más madura, en la que las narrativas derivadas de propia evolución tecnológica, cederán paso a otras más orgánicas. Surgirán nuevas formas de autoría tecnológica y cultural, basadas en la iniciativa individual y en la ingobernable pasión de los amateurs, que poco a poco robarán protagonismo a las grandes corporaciones.
En 2020 la tecnología será ubicua y, por tanto, invisible. Sin embargo, los contenidos digitales, estarán donde quiera que mires. Generalmente se nos presentarán mediante formas de realidad aumentada tan ligadas a la realidad física, que nos resultará imposible distinguirlas. De hecho, nadie tratará de distinguirlas. En una de las imágenes propuestas por Frog Design, una pareja conversa despreocupadamente en un bar, mientras sobre sus cabezas flotan sus respectivos perfiles sociales. Sus aficiones, sus películas favoritas, sus amigos… trazan un mapa de miles de pequeños datos que se cruzan e intercambian buscando afinidades y anticipando tal vez, otro tipo de intercambios.
También Keiichi Matsuda, estudiante de la Bartlett School of Architecture of London, nos plantea una visión de nuestro futuro inmediato filtrada a través de la realidad aumentada. Sin embargo, su propuesta resulta algo más inquietante que la de Forbes. En Domestic Robocop, Matsuda nos muestra un universo (hyper)aumentado, en el que el branding y el consumo definen de manera absoluta nuestro entorno y nuestra identidad. Un mundo mediatizado por los signos, mucho menos optimista que el de Forbes, pero sin duda, más verosímil.
Me puso en la pista Olvido.
Shanghai 2010 y la estilística del kitsch
El pasado 3 de mayo, se inauguró a bombo y platillo la Expo de Shanghai, que con un presupuesto de 4.500 millones de dólares, aspira a convertirse en la Exposición Universal más importante de la historia. Como ya ocurrió durante los Juegos Olímpicos de Pekin, los países occidentales asistieron al acontecimiento un tanto apocados, no tanto por el modo en el que el gobierno chino se vale de este tipo de plataformas para legitimarse como referente mundial, como por el hecho de que decida hacerlo mientras ellos se juegan su futuro.
En la ceremonia inaugural, las autoridades chinas tiraron la casa por la ventana, ofreciendo al mundo un espectáculo desmesurado y algo hortera, que algunos medios calificaron como kitsch. Es cierto, que la mezcla de purpurina, multitudes danzantes y fuegos artificiales deriva facilmente en el kitsch. Sin embargo, más allá de las «chinoiseries» de la autoridades chinas, en Shanghai el auténtico kitsch está en los relucientes pabellones de la Expo.
En Apocalípticos e Integrados, Umberto Eco trazaba una lúcida estílistica de kitsch. Para Eco, la verdadera clave del kitsch, más allá de los juicios sobre el buen o el mal gusto, reside en su propósito de provocar un efecto sentimental en el espectador. En este sentido el kitsch se convierte en «el cebo ideal para un público perezoso que desea participar en los valores de lo bello, y convencerse a sí mismo de que los disfruta, sin verse precisado a perderse en esfuerzos innecesarios… un típico logro de origen pequeñoburgués, medio de fácil reafirmación cultural para un público que cree gozar de una representación original del mundo, cuando en realidad goza sólo de una imitación secundaria de la fuerza primaria de imágenes. «
John Waters, al que pocos podrán discutir ser una autoridad en el tema, lo explicaba con su habitual elocuencia: «To me, bad taste is what entertainment is all about». No es posible entender el entretenimiento sino es a través de la provocación de un efecto. Poco importa que este se consiga a través del brillo de los fuegos artificiales o del de los leds que recubren los pabellones de Shanghai. Esta Exposición Universal, como cualquier otra, por encima de otras circunstancias, solo pretende narcotizar al visitante para convercerle de que lo esta pasando estupendamente. Puro «entertainment». Puro kitsch.
Neon Sign Boneyard
Gracias a Remedios, mi vecina del ático, descubro Neon Sign Boneyard, un album de Flickr que muestra los restos herrumbrosos de algunos de los neones que han hecho mundialmente famosa a Las Vegas.
En medio de la bonita crisis financiera que nos han legado los tiburones de Wall Street, las ruinas del que fue emblema de la pujante postmodernidad, resultan hoy tan tristes como los paisajes arrasados que nos dejó la desintegración de la URSS y sus aledaños. Poco más que un montón de hierros oxidados rodeados de malas hierbas.