Archive for the ‘iconoclasia’ Category
Toro III
Toro III por Sam 3
vía Flores en el ático.
Tengo un plan
Filósofa Frívola también tiene un plan, y salta a la vista que es mucho más interesante que el que nos proponen en Desigual. Aunque la suya no es la única parodia de la dichosa campaña, a mi me parece la mejor, y de largo, la que mejor encaja con la música de Le Tigre.
Por cierto, ¿Cuanto tardarán en apetecer los primeros fakes del infame Curriculum de Todos de Campofrío? Os recuerdo, por pura maldad, que está dirigido por Iciar Bollaín ;-)
Me lo contó Jose, el músico.
Sol de Andalucía Embotellado
Las primeras palabras que leí en voz alta fueron «TIO PEPE. Sol de Andalucía embotellado». Tenía 3 o 4 años, y parece que brotaron de mi boca con enorme urgencia y claridad. Mi padre, que iba al volante del viejo Seat 1430 familiar, a causa del susto, dio un volantazo que estuvo a punto de empotrarnos contra el Ministerio de Gobernación.
Apple, que tanto presume de saber gestionar los intangibles, conmigo ha vuelto a fallar. Nunca le perdonaré su enorme torpeza.
+ madera en @tiopepesol y Salvemos TIO PEPE.
La ciudad sin héroes
“En todas las revoluciones se eliminan los símbolos de los regímenes depuestos para ser sustituidos, al poco, por otros nuevos. Es el decepcionante final de las revueltas. La revuelta como periodo en el que se suspende el cuestionamiento en beneficio de valores nuevos que olvidan cuestionarse a sí mismos. Se reconcilian en su propia estabilidad. Dicha estabilidad, ilusoria, se torna casi unívocamente en totalitarismo»
Fernando Sánchez Castillo, hablando acerca de su trabajo: «La Ciudad sin Heroes».
Corta y pega, de ida y vuelta, del muy recomendable Mymoneyshot.
Cómo hackear las pantallas de Times Square con un iPhone
Una vez más Times Square se ha convertido en blanco de la furia iconoclasta y del espíritu culture jamming. En esta ocasión, de la mano de un viral que nos muestra como hackear sus pantallas mediante un iPhone manipulado al más puro estilo DIY.
En una breve demostración, el propio hacker explica como a través de un pequeño dispositivo adosado al teléfono, se sustituye la señal de vídeo de las pantallas de Times Square por un vídeo almacenado en el móvil. El resto es fácil de imaginar. En apenas unas horas el vídeo, publicado en YouTube a través de la cuenta de un usuario llamado BITcrash44, obtuvo más de 800.000 visitas, atrayendo la atención de medios como Gizmodo, Gawker, Gothamist o la NBC.
Tras todo tipo de conjeturas e intentos de contactar con BITcrash44, las sospechas se confirmaron y se reveló que todo resultó ser un fake creado por Thinkmodo para promocionar el lanzamiento de la película Limitless. Lo más curioso del caso es que apenas una semana después de que se revelara el misterio, Adi Isakovic, un empresario de 27 años, aparecía de nuevo en Times Square alterando las señal de vídeo de las pantallas mediante TubeMote, una aplicación web que convierte cualquier smartphone en un mando a distancia que nos permite reproducir vídeos de YouTube desde cualquier ordenador con conexión a Internet.
VíaYorokobu.
Jeff Koons Must Die!!
Jeff Koons Must Die!!! es un arcade, que por solo veinticinco centavos nos permite destruir la obra de Jeff Koons y al parecer, también al propio Koons. El juego es un «first person shooter», que nos sitúa en una retrospectiva del artista armados con un bazoka. De cuando en cuando, detrás de algunas de las piezas, aparece el propio Koons o en su defecto, unas tipas que por su aspecto podrían ser galeristas, directoras de museo o algo similar. Todos van armados con bazokas similares al nuestro. A partir de entonces quien dispara primero gana.
Como puede verse en el vídeo, el juego no ofrece un aspecto muy sofisticado. Sin embargo, a pesar de su apariencia poligonal, la diversión está asegurada. Espero ansioso nuevas versiones protagonizadas por Hirst, Paul McCarthy o el pesado de Murakami.
El autor es Hunter Jonakin.
Censura: Blu y el MOCA de Los Angeles.
El pasado mes de noviembre, el MOCA, invitó a Blu a pintar la fachada norte de The Geffen Contemporary, el edificio que en abril de 2011 acojerá Art in the Streets, una exposición que revisará la evolución del arte urbano desde los años 70 hasta hoy.
Blu se desplazó hasta Los Angeles y tal como había acordado con Jeffrey Deitch, flamante director del MOCA, el día 8 de diciembre comenzó a pintar. Después de seis días de trabajo, el mural mostraba una hilera de más de 20 ataudes cubiertos por enormes billetes de un dólar. Personalmente, el mural me parece bastante flojo. Demasiado literal y sin la complejidad de sus mejores piezas.
Sin embargo, al margen del mural en sí, lo verdaderamente importante del caso, es que de un día para otro y sin previo aviso, dos operarios del museo taparon con pintura blanca los ataudes que Blu había pintado. Como era de esperar, la polémica saltó inmediatamente a los blogs, y desde ellos, a los medios de comunicación. La palabra CENSURA comenzó a circular como la pólvora.
Aunque en un primer momento, desde el museo se evitó cualquier explicación, posteriormente, abrumados por las circunstancias, declararon que consideraban que el mural podía resultar ofensivo para el hospital de veteranos de guerra situado frente a él. Por su parte, Blu en un email a Los Angeles Times, decía:
«Es censura casi convertida en auto-censura, cuando me pidieron que estuviese de acuerdo abiertamente con su decisión de borrar el mural. En la Unión Soviética lo llamaban autocrítica.»
A medida que ha ido creciendo la polémica, el tema ha ido adquiriendo los más variados matices. Desde las declaraciones de Deitch, que interpretan lo ocurrido como una muestra de su criterio curatorial, al vergonzoso silencio de la mayoría de los popes del arte urbano. Pero, al margen de estas y otras consideraciones, quizás lo más llamativo, es como esta situación evidencia algunos de los contrasentidos que rodean la obstinación de museos y otras instituciones por mostrar arte urbano. Una obstinación que choca sistemáticamente con la propia naturaleza de este tipo de propuestas y que parece más relacionada con un intento de legitimar su función y adaptarse a los tiempos, que con un verdadero interés por el arte urbano.
A mí me lo contó Remedios. Si quieres saber más, lo explican con todo lujo de detalles en Escrito en la pared y en Hiperallergic.
Episodios Nacionales. Táctica
Con demasiada frecuencia, la historia de España gira sobre si misma. Tras siglos de cultivar una identidad basada en la culpa y el odio, los españoles hemos terminado por interpretar nuestra Historia como un bucle fatal. Como un circuito cerrado, sin principio, ni fin. Sin solución.
Esta forma de entender nuestro pasado golpea en mi cabeza cada vez que me enfrento al trabajo de Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970). Su obra nos habla de caudillos que se resisten a desaparecer, de pedestales vacíos y de máquinas en furiosa fuga hacía la nada. Elementos, todos ellos, presentes en Episodios Nacionales. Táctica, la exposición que acaba de clausurar en el Círculo de Bellas Artes dentro del programa oficial de PHotoEspaña 2010.
La muestra, formada por tres fotografías, un vídeo en el que un grupo de personas ciegas recorren con sus manos figuras y monumentos de Franco, y un busto del dictador fundido en bronce que gira sin parar sobre si mismo, estaba atravesada por un sentimiento tragicómico que evoca nuestra mejor tradición cultural. Una tradición que mezcla el fatalismo con una mala leche inequívocamente española y que es una esplendida plataforma para analizar los mecanismos que emplea el poder para construir y legitimar su interpretación de la Historia.
Mosquitos
La noche del 29 de junio, en Madrid hacía un calor sofocante. Era una de esas noches de verano en las que los mosquitos zumban insistentes, lanzándose en picado contra cualquier fuente de luz. En noches así, nadie se libra de sus picaduras, ni siquiera los impecables modelos que nos muestra la publicidad.
Tal vez cegados por su belleza o tal vez por el brillo que despiden las marquesinas luminosas, aquella noche cientos de mosquitos se avalanzaron como kamikazes contra esos anuncios repletos de rostros de porcelana. No podían intuir siquiera que a pesar de su promesa de eterna juventud, se dirigían a una muerte segura.
Lo hicieron los de Luzinterruptus…
Los dibujos de Hitler
El próximo 15 de Abril la sala Mullock’s subastará una veintena de dibujos atribuidos a Adolf Hitler. Se trata de acuarelas y dibujos al carbón fechados en torno a 1908, cuando el joven Hitler todavía aspiraba a ser admitido en la Academia de Bellas Artes de Viena. A pesar de que la noticia ha aparecido en medios de todo el mundo, esta subasta no es un hecho excepcional. Ya en 2005, 2006 y 2009 se subastaron dibujos y pinturas de Hitler, siempre con un notable éxito de ventas.
Entre las piezas vendidas durante estos años hay prácticamente de todo. Dibujos con pretensiones academicistas, acuarelas, óleos… incluso en 2006 se subastaron unos dibujos firmados por Hitler, que muestran a algunos de los enanos que acompañaban a Blancanieves en la película de Disney de 1937. Es sabido que Hitler era un dibujante compulsivo. De hecho, ni siquiera en sus momentos más difíciles dejó de dibujar. En el libro de Joaquim Fest, “Conversaciones con Albert Speer”, el arquitecto del Reich y ministro del Armamento durante los peores años de la guerra, decía: “durante las deliberaciones Hitler no se cansaba de dibujar bocetos. No le faltaba pericia: los pergeñaba con trazo rápido y acertaba con la perspectiva”
Speer, interlocutor privilegiado de Hitler y artifice junto a él de la delirante Germania, sabía mejor que nadie que en el corazón del nazismo reside una inequívoca dimensión estética. Un aspecto, subrayado por Benjamin cuando definía el fascismo como el esteticismo de la política y que lejos de entenderse como un factor instrumental, es su verdadero motor ideológico.
En sus conversaciones con Fest, Speer dice: “Hitler pretendía pasar a la historia como patrón de las artes antes que como estratega militar. Hitler consideraba la guerra como una necesidad – su maldito deber- mientras que las artes se hallaban acorde con su tendencia más profunda”.
Antes que nada, Hitler se consideraba artista. Un demiurgo poseído por la utopía wagneriana de la obra de arte total, que se valía de la política, la guerra y los campos de exterminio, como instrumentos para su creación.