Archive for the ‘Jacques Henri Lartigue’ Category

El mundo flotante de Natsumi Hayasi

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Natsumi Hayasi es una joven fotógrafa obsesionada con la ingravidez. Como ella, muchos otros han encontrado en la fotografía un eficaz instrumento para combatir el peso del mundo. Desde los experimentos de Muybridge y Lartigue, a los retratos saltarines de Philippe Halsman o las sofisticadas construcciones de Julia Fullerton-Batten, la historia de la fotografia parece indisolublemente unida a la búsqueda de la ingravidez.

Las imágenes de Hayasi, a diferencia del trabajo de otros fotógrafos interesados en el tema, rebosan naturalidad. En ellas no hay ni rastro de las exageraciones del insoportable Li Wei, ni tampoco la intensidad bizarra de las fotos de Sandra Torralba. Sus imágenes son casi accidentales, tan leves como ella misma. Imágenes, que como la propia Hayasi nos explica, son fruto de la obstinación: «The only way to get a right timing for a shot is jumping a lot. Sometimes I need to jump over 100 times to get a right shot».

Como una ninfa, Natsumi Hayasi levita por las calles de Tokio. Sola, como un hikikomori, ha renunciado a la axfisiante gravedad del mundo, para vivir en un estado gaseoso inequivocamete oriental. Un mundo flotante, casi un ukiyo-e, en el que basta con dejarse llevar.

Written by Angel

septiembre 22nd, 2011 at 9:55 am

El fenómeno del éxtasis

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Tras el éxito de Immersion, el proyecto del que os hablé hace algunos posts, Robbie Cooper creó para Wallpaper, Immersion: Porn, un vídeo de 18 minutos que debería ser su continuación. Si en su primer trabajo, Cooper nos ofrecía una colección de retratos de niños y adolescentes absortos ante la videoconsola, en Immersion: Porn nos muestra a un grupo de adultos que nos explican sus experiencias con la pornografía. Entre sus testimonios se intercalan escenas de los rostros de los protagonistas mientras se masturban viendo porno.

El resultado tiene poco que ver con la hermosa sublimación masturbatoria de sitios como Beautiful Agony y I Feel Myself. Los protagonistas de Immersion: Porn no tienen la menor fotogenia. Pero sobre todo, en sus rostros no hay el menor rastro de la intensidad que mostraban los niños de Immersion. Ni placer, ni alegría, ni deseo. A pesar de las muecas y de los ojos en blanco, estas caras no transmiten nada. Solo un enorme aburrimiento.

El fenómeno del éxtasis

En 1933, en el número 3-4 de la revista Minotaure, Dalí publicó un texto ilustrado con un collage titulado «el fenómeno del éxtasis». En él, además de un par de imágenes del propio Dalí, se muestran fragmentos de esculturas art nouveau, una enorme aguja del mismo estilo, una silla medio caída, dieciséis orejas procedentes de un manual de identificación antropométrica y varios rostros femeninos recortados de postales pornográficas. El conjunto, al contrario de lo que era común en la mayoría de los collages de la época, está minuciosamente ordenado sobre una cuadrícula casi perfecta.

En el texto que acompaña al fotomontaje, Dalí, con su jerga característica, describe el éxtasis como el generador de » imágenes auténticamente surrealistas, infinitas y desconocidas, neologísticas y extrarápidas». Un estado mental perturbado y pertubador, próximo a la locura y al método paranoico crítico sobre el que construyó su reputación. Algo, seguramente más relacionado con la histeria queer que tanto cultivó el de Figueres, que con el deseo y sus mecanismos.

Si os interesa el tema podéis consultar el libro de Juan José Lahuerta o el texto que publicó Horacio Fernández en la Revista de Occidente allá por diciembre de 1991.

Extasy, Extano…

De modo que ni los tristes orgasmos de Immersion: Porn, ni los delirios surrealistas de Dalí, parecen tener demasiado que ver con el éxtasis. En ambos casos falta concentración y sin ella, todo lo demás son solo poses. Fingimientos para quedar bien. Porque si hay algo verdaderamente característico del éxtasis es su capacidad para concentrar nuestra experiencia en un instante, suspender nuestros sentidos y de ese modo acentuar nuestra conciencia.

Suspensión sensorial, temporal e incluso, con un poco de suerte, física. Como las levitaciones de nuestros místicos o esas otras menos espirituales que nos regalan los mundos flotantes de Jacques Henri Lartigue. El fotógrafo vividor e insultantemente elegante, que sin muecas ni imposturas nos regala momentos de éxtasis absoluto. Una grupo de jóvenes dormitando en una barca. Un avión a punto de levantar el vuelo. Un perro saltando de alegría en la playa. Gente tomando el sol. Plenitud concentrada en un instante. Lucidez. Pura vida.

Written by Angel

mayo 4th, 2011 at 10:28 pm