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Shanghai 2010 y la estilística del kitsch

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El pasado 3 de mayo, se inauguró a bombo y platillo la Expo de Shanghai, que con un presupuesto de 4.500 millones de dólares, aspira a convertirse en la Exposición Universal más importante de la historia. Como ya ocurrió durante los Juegos Olímpicos de Pekin, los países occidentales asistieron al acontecimiento un tanto apocados, no tanto por el modo en el que el gobierno chino se vale de este tipo de plataformas para legitimarse como referente mundial, como por el hecho de que decida hacerlo mientras ellos se juegan su futuro.

En la ceremonia inaugural, las autoridades chinas tiraron la casa por la ventana, ofreciendo al mundo un espectáculo desmesurado y algo hortera, que algunos medios calificaron como kitsch. Es cierto, que la mezcla de purpurina, multitudes danzantes y fuegos artificiales deriva facilmente en el kitsch. Sin embargo, más allá de las «chinoiseries» de la autoridades chinas, en Shanghai el auténtico kitsch está en los relucientes pabellones de la Expo.

En Apocalípticos e Integrados, Umberto Eco trazaba una lúcida estílistica de kitsch. Para Eco, la verdadera clave del kitsch, más allá de los juicios sobre el buen o el mal gusto, reside en su propósito de provocar un efecto sentimental en el espectador. En este sentido el kitsch se convierte en «el cebo ideal para un público perezoso que desea participar en los valores de lo bello, y convencerse a sí mismo de que los disfruta, sin verse precisado a perderse en esfuerzos innecesarios… un típico logro de origen pequeñoburgués, medio de fácil reafirmación cultural para un público que cree gozar de una representación original del mundo, cuando en realidad goza sólo de una imitación secundaria de la fuerza primaria de imágenes. «

John Waters, al que pocos podrán discutir ser una autoridad en el tema, lo explicaba con su habitual elocuencia: «To me, bad taste is what entertainment is all about». No es posible entender el entretenimiento sino es a través de la provocación de un efecto. Poco importa que este se consiga a través del brillo de los fuegos artificiales o del de los leds que recubren los pabellones de Shanghai. Esta Exposición Universal, como cualquier otra, por encima de otras circunstancias, solo pretende narcotizar al visitante para convercerle de que lo esta pasando estupendamente. Puro «entertainment». Puro kitsch.

Written by Angel

mayo 13th, 2010 at 7:37 pm