Arquitectura y propaganda. Las metafóras del poder
Agosto entra en barrena. Con él, terminan las vacaciones, el verano y un poco antes, las Olimpiadas, un acontecimiento que ha reflejado como pocos, la capacidad de la imagen, para convertirse en metáfora del poder.
Los nuevos símbolos de Beijing- el Estadio Olímpico de Herzog & de Meuron, el Watercube de PTW y la sede de la CCTV diseñada por Rem Koolhaas– son el nuevo soporte metafórico de China. Los iconos a través de los que reclama su condición de potencia planetaria orientada hacía el futuro.
Poco importan ahora las expropiaciones de barrios enteros, las detenciones de disidentes y activistas, la contaminación o el control orweliano de la información. Todo queda eclipsado por el brillo del oro olímpico y los fuegos artificiales.
Sobre este tema, ABCD, el brillante suplemento cultural del diario ABC, ha publicado dos interesantes artículos; Las metáforas del poder y Ad Maiorem Gloriam. Arquitectura y política.
El primero, firmado por Juan Miguel Hernández- León, analiza como a lo largo de la historia, el poder se ha valido de la arquitectura para proveerse de símbolos que materializaran su autoridad y lo perpetúan en el tiempo. Una tradición antiquísima, de la que el espectáculo de la China Olímpica sería solo el último capítulo.
En Ad Maiorem Gloriam. Arquitectura y política, Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste analizan como las grandes figuras de la arquitectura contemporánea se han entregado a los delirios del poder de los gobiernos totalitarios, poniendo su capacidad al servicio de su megalomanía.
Si la nueva cara de China es reflejo de su modernización y apertura al mundo o se limita a ser un disfraz pretencioso, es algo que sólo podremos evaluar con el paso del tiempo. Entre tanto, algunos ya esperan ansiosos la llegada de Londres 2012.