A Cindy Book
«A Cindy Book» (1964-1975) es un pequeño cuaderno de 8 páginas, arrugado y roto, en el que una jovencísima Cindy Sherman comenzó a pegar las fotos que robaba del albúm familiar. Aunque, a primera vista, la breve colección de 26 fotos puede recordar el típico diario adolescente, enseguida percibimos que se trata de algo bastante diferente. Debajo de cada foto, con torpe caligrafía escolar, Cindy escribe una y otra vez: “That’s me”
“That’s me”. “That’s me”. “That’s me”. Obstinadamente, Cindy Sherman, por aquel entonces Cindy Morris, trata de construir su identidad a través de cada imagen. Cindy con la cara manchada de restos de papilla. Cindy aprendiendo a andar. Cindy posando con sus compañeros de clase. Cindy con su primer novio. Cindy preparada para asistir al baile de fin de curso… Como buena coleccionista, la joven Cindy es metódica y obsesiva. No en vano, con cada una de estas fotos, Cindy define su lugar en el mundo.
Hoy, ya sin la intensidad de la Cindy adolescente, la Sherman continua coleccionando autorretratos. Su obra, presente en los mejores museos del mundo, se paga a precios desorbitados y alimenta profundas reflexiones acerca de la postmodernidad, los estereotipos culturales tardocapitalistas y las políticas de género. Sin embargo, al margen de los cheques inflados y la palabrería de la crítica, yo prefiero creer que, tras las máscaras y los disfraces de Cindy Sherman, todavía pervive aquella adolescente, que en un rincón de Nueva Jersey robaba fotos del albúm familiar para tratar de construir el relato de su existencia.